Nacida en Santo Domingo, República Dominicana, Sarah Elizabeth Milander Rodríguez, es una estilista con más de 35 años de experiencia en la industria de la belleza. Interesantemente, ella nos relata el sorprendente hecho de que hizo su primer desrizado a los siete años cuando una tía la llevó a la orilla de un rio, la instruyó como aplicarle el desrizado, y se dispuso a sacárselo en las raudales aguas del lugar.
Animada por esa experiencia, habiendo estado rodeada de familiares que operaban en la industria, e inspirada por una tendencia a la superación, Sarah toma la iniciativa de ofrecer los servicios de belleza aprendidos en el trayecto a la edad de 13 años, tiempo en el cual la entonces directora de la academia de belleza local la tomó bajo su tutela y le enseño las destrezas que formalmente enseñara en la academia. Nos dice Sarah que además de instruirla, ésta rutinariamente la incluía en talleres y congresos de belleza hasta finalmente otorgarle una certificación formal de su academia.
En el 1992, Sarah emigra a la ciudad de Nueva York donde por primera vez asume la posición de estilista en un negocio que no era de su propiedad. Habiendo ejercido de forma independiente prácticamente desde su niñez, a Sarah se le hizo difícil ejecutar los servicios bajo la visión creativa de sus empleadoras. Para ella, hacer un corte, realizar un peinado, o transformar la textura del pelo son actos creativos que hasta el día de hoy prefiere expresar sin tener que conformarse al estilo, sistema, o método de otra estilista. Por esa razón, después de un número de tenencias en diferentes salones y barberías abrió el Dominican Unique Hair Salón en Riverdale Avenue, Yonkers – negocio que manejó exitosamente hasta el trágico ataque a las torres gemelas de Nueva York en el 11 de septiembre del 2001.
Ese trágico momento marcó un antes y un después en la fluidez de la demanda de su establecimiento impulso a Sarah a vender el negocio y mudarse a Atlanta. Allí lanzó su segundo salón el cual manejó hasta que eventualmente decidió trasladarse a Hartford, Connecticut donde abrió el Dominican Hair Salón-Sarah’s. En Hartford, Sarah está por fin una vez más cerca de su hermana, Clara Mercedes Milander Rodriguez, quien también es peluquera y a quien Sarah, quizás replicando un patrón aprendido, sirviera de mentora introduciéndola a la carrera cuando también Clara contase con solo 13 años.
Una estilista por excelencia, Sarah fue reconocida por la cámara de comercio como la peluquera de mayor experiencia en la ciudad de Hartford. ¿Cuál ha sido la más gratificante experiencia de trabajo para Sarah? – El ver como tantas mujeres han viajado de lugares muy lejanos, e inclusive de otras estados buscando la satisfacción única que recibir el toque profesional de Sarah les ocasiona.
Sarah sueña con algún día desarrollar una academia para enseñar sus métodos, transmitir su pasión por la industria, y elevar el compromiso del servicio al cliente- elementos que considera centrales para ser una estilista exitosa.
Sarah tiene dos hijos que son la luz de sus ojos y de quienes se siente muy orgullosa. Tres otros motivos de orgullo incluyen la oportunidad de evangelizar, su tenencia manejando negocios de belleza, y haber contribuido al desarrollo de sus empleadas a través de transmitirles sus conocimientos.
¿Qué tres adjetivos mejor describen a Sarah? – Buena hermana, honesta, y fiel. ¿Y si tuviera una varita mágica con que resolver un solo problema mundial, que cosa haría Sarah? – Lograr que todo el mundo alcance la gracia divina. Sarah, la estilista, hermana, y fiel creyente, ya vio una pequeña beta de agradecimiento por toda la entrega y bondad que ofrece ya que un buen día, Clara (hermana a quien sirviera de mentora), se presentó ante ella y le regaló el trofeo del primer premio que ganó en su primer certamen de peinado en la industria – ¡menudo e emocionante galardón!