Una estilista de 27 años de experiencia, Lina Acosta (cariñosamente conocida como Andrea), cursó sus estudios de belleza en Santo Domingo, República Dominicana en donde se graduó de estilista a los 17 años.  La madre de tres hijos biológicos y tres de crianza, Andrea emigró a la ciudad de Nueva York, Estados Unidos en el 2008 en donde residió por aproximadamente ocho años.  

En el tiempo que vivió en Nueva York, Andrea trabajó como estilista en el Fantasy Hair & Spa en donde dice haber aprendido nuevas técnicas y perfeccionado su arte.  En el 2016, Andrea se muda a Tampa, Florida en donde también se desempaña como estilista mientras hace los preparativos para trasladarse a Allentown, Pennsylvania en donde había puesto sus ojos para lanzar su propio salón.  

¿Por qué Allentown y no Nueva York? – la repuesta es simple, allí Andrea tendría la oportunidad de estar cerca de sus hijas de crianza quienes residen allí desde ese entonces.

Valiente y decidida, Andrea trabaja con pasos progresivos, pero seguros en identificar, habilitar, y promover un local en donde nunca se habían rendido servicios de belleza y que por lo tanto significaba que Andrea debía establecer un punto de servicios partiendo de cero.  ¿Fue esto una razón para pensarlo? – Ella nos cuenta que no sintió ningún tipo de susto ya que Dios la había bendecido en cada una de sus transiciones; de Santo Domingo a Nueva York; de Nueva York a Tampa; y que de Tampa a Allentown no sería diferente.

El optimismo que lleva a Andrea a siempre sentirse “más esperanzada que temerosa,” le fue de gran ayuda cuando apenas tres meses después de abrir las puertas del salón que nombrara, Andrea Dominican Hair Spa-Salon, se ve obligada a cerrar las puertas por 60 días y reabrir con muchas limitaciones durante varios meses a causa de la pandemia del COVID-19. No obstante, su optimismo parece tener cierta magia ya que a partir de un par de meses más, la demanda por sus servicios incrementó de tal manera que Andrea necesitó contratar una asistente y de forma casi milagrosa la calificación de su salón se ubicó en la cima en donde permanece desde entonces.

¿Y, qué aprendió Andrea en su rápida transición de empleada a dueña y administradora de su propio negocio? – Andrea nos dice que su lección es la misma de siempre, que debe contar con la bendición de Dios para todo lo que haga.

¿Qué palabras mejor describen a Andrea? – Mentora, noble, emprendedora, optimista, buena amiga, recta, y generosa.

Andrea se siente orgullosa y satisfecha con todos sus hijos; de su capacidad de levantarse por sus propios esfuerzos ante circunstancias donde no sólo tuvo que pagar por sus propios estudios, pero donde no pudo contar ni siquiera con el apoya moral que representa el que alguien creyera en su potencial.  Andrea también se siente orgullosa y satisfecha con el equipo de trabajo con el cual cuenta ya que funcionan como familia, colegas, y compañeras que se apoyan y demuestran bondad, generosidad, y empatía.

¿Y quién es la heroína de Andrea? – Eugenia Delgado (Luz), la fundadora y exdueña del salón Fantasy Hair & Spa por eso de que Luz siempre se mostró humilde, generosa, y optimista.  Andrea recuerda con cierto placer como cuando algún cliente presentaba cualquier inquietud a Luz, ésta nunca denigraba a nadie, sino que siempre se disculpaba con el cliente y le decía, “que raro porque ella no es así”- palabras que dejaban a la cliente sintiéndose escuchada y a la estilista con su dignidad intacta.

Andrea, la estilista convertida en dueña gracias a sus esfuerzos y por providencia divina, ahora replica un patrón de liderazgo transformativo que aprendiera, admirara, y de forma casi innata reconociera como justo, saludable y necesario.